sábado, 17 de enero de 2009

Brasil

Por Alfredo Zaiat

Barack Obama comenzará su mandato con una economía derretida. Alemania ha presentado un segundo paquete de auxilio con resultado incierto, mientras avanza en la nacionalización de su sistema bancario. Gran Bretaña enfrenta la recesión más fuerte de la posguerra con bancos quebrados que transfieren gran parte de su capital a manos del Estado. El resto de Europa ha ingresado en un territorio desconocido por la extensión del deterioro global y más cerca de la guerra del gas que de la paz de la recuperación. Japón registra una caída de proporciones de su economía y el resto de Asia intenta eludir cifras negativas del Producto. En casi el 60 por ciento de la economía mundial la pérdida de puestos de trabajo se está dando a una velocidad impresionante, que dispara las tasas de desempleo a niveles impensados. En ese contexto dramático de la economía mundial, con líderes de naciones que supuestamente son los mejores mostrando una sorprendente improvisación e impericia, el riesgo mayor para la Argentina no se encuentra en los efectos inmediatos de ese desplome. Aunque el discurso dominante, cerrado y colonizado, insista con la gravedad de que el país no sea parte de ese mundo ideal que no existe, la desconexión forzada por el default, la posterior renegociación audaz de la deuda y el divorcio con el FMI ha sido un factor clave para no estar recibiendo todas las esquirlas del desmoronamiento del Muro de Wall Street. Sin embargo, uno de los frentes más inquietante para la economía doméstica está más cerca. Se encuentra en el modelo celebrado por el sistema financiero internacional y el grupo de economistas de la city especialistas en el error: Brasil.
Por esa natural autodefensa de ocultar las propias debilidades y sus propios negocios, todos aquellos que durante los últimos años han mostrado al modelo brasileño como ejemplo a imitar están callando sus graves problemas. El seguimiento detallado de esta crisis muestra a las elogiadas autoridades económicas del gobierno de Lula corriendo detrás de los acontecimientos sin poder tomar la iniciativa para frenar la sangría financiera y su impacto en la economía real, con pérdidas de miles de puestos de trabajo. Esto tiene su origen en esa idea de ser “amigable” con el mercado, que implica brindar el marco para el movimiento libre de flujos de capitales especulativos y condiciones de bicicletas atractivas con tasas de interés muy altas. Ese esquema que entusiasma a los financistas resulta un potente factor perturbador de la economía real.
El pasado 29 de abril ese modelo alcanzó el éxtasis cuando recibió la gran noticia que la agencia internacional Standard & Poor’s elevó el grado de su deuda de largo plazo en moneda extranjera a la categoría de investment grade. Brasil ingresó así por primera vez en su historia al selecto grupo de países “seguros” para invertir, según los parámetros que fijan las calificadoras. Compañías que están siendo investigadas por el Congreso de Estados Unidos por falsear información y por conflicto de intereses, lo que debería haber implicado la suspensión temporaria en sus actividades hasta la culminación de ese proceso, como medida preventiva para que no sigan causando daño a las economías con sus análisis sesgados y de escasa rigurosidad.
Un recorrido por variables financieras claves de Brasil desde el 15 de septiembre del año pasado, cuando la caída del banco Lehman Brothers provocó un veloz efecto dispersión de la crisis global, muestran el resultado del modelo investment grade:
- La fuga de capitales provocó la pérdida de más de 13 mil millones de dólares de reservas netas en el bimestre noviembre (7159 millones)-diciembre (6373 millones). Pero el Banco Central tuvo que intervenir por diferentes vías con 53 mil millones de dólares, entre los que se destacan 29 mil millones con swaps cambiarios (venta a futuro) para atender inversores en fuga. El stock de reservas aún sigue siendo elevado en el umbral de los 200 mil millones de dólares.
- Esa huida de capitales, en un marco de libertad en el flujo de movimiento de fondos internacionales, derivó en una fuerte devaluación del real. La moneda local pasó desde su mínimo de 1,558 marcado el 31 de agosto pasado hasta casi 2,60 por dólar (el viernes cerró a 2,34). Esa fuga también se reflejó en el derrumbe del índice Bovespa, de la Bolsa de San Pablo: bajó de 59.907 a 39.151 puntos desde el 15 de septiembre pasado hasta el cierre de ayer, que implica un derrape del 53 por ciento.
- La Reserva Federal (banca central estadounidense) dispuso una línea de crédito temporaria por hasta 30 mil millones de dólares con la entidad monetaria brasileña. La herramienta que habilitó la Fed se conoce como swap cambiario y les facilita a las bancas centrales de esos países el acceso, cada vez más restringido por la crisis, a fondos en dólares. Ese auxilio también fue acordado con México, Corea del Sur y Singapur. Los brasileños fueron los primeros en aceptar el préstamo. Los países reciben y aceptan esa asistencia cuando no tienen una situación holgada o están en peligro.
- El Banco Central planea conceder este año préstamos por unos 20 mil millones de dólares de sus reservas a unas 4000 compañías que deben afrontar vencimientos de créditos en moneda extranjera. Las empresas de un país investment grade tampoco tienen acceso al mercado voluntario de crédito.
- Pese a la desaceleración del crecimiento, la política monetaria sigue siendo muy contractiva, con muy elevadas tasas de interés en términos reales. El BC mantiene la tasa de referencia en el 13,75 por ciento anual, desestimando por ahora una baja de medio punto.
- El gobierno dispuso un mecanismo de compra de bancos privados con problemas de liquidez. El Banco do Brasil ya adquirió el Nossa Caixa, del estado de San Pablo, por 2693 millones de dólares, y el Banco del Estado de Piauí. Hace pocos días adquirió el 50 por ciento del Banco Votorantim, el 7º más grande del país por activos, por unos 1840 millones de dólares. El Votorantim pertenece al poderoso empresario Ermirio de Moraes, con intereses en el sector siderúrgico y celulosa.
- La debilidad del sistema financiero quedó expuesta también en la fusión del Itaú y Unibanco, el 2º y el 4º más importantes del mercado local.
- La necesidad de divisas para este año será creciente teniendo en cuenta que en 2008 el superávit comercial disminuyó 38 por ciento respecto de 2007, al sumar 24.735 millones de dólares. A la vez, la fuga de capitales de inversores extranjeros de la Bolsa de San Pablo y el incremento de las remesas de multinacionales presenta un escenario de déficit de cuenta corriente.
Además de seguir aprendiendo sobre lo que no hay que hacer en el frente financiero y que es precisamente lo que propone el discurso hegemónico, la clave para Argentina pasa por la evolución de la economía real brasileña. El 50 por ciento de las exportaciones industriales argentinas se dirigen a ese mercado. Por ahora no se vislumbra en Brasil una intervención tan activa en la economía real como la registrada en el sistema financiero. Sin poder frenar la ofensiva como lo hizo hasta ahora Smata-Ministerio de Trabajo, el gobierno de Lula se anotició que General Motors echó a más 800 operarios de su planta de San José dos Campos, donde se fabrica el Meriva, el Zafira y el Corsa. Los datos oficiales del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística revelaron que en diciembre 40.000 trabajadores en blanco fueron despedidos. Otras estimaciones sugieren que los cesanteos afectaron a miles más si se incluye a aquellos que trabajan en negro. En los primeros días de este año los despidos se han multiplicado despertando a las centrales sindicales.
El vecino investment grade tiene la ventaja de que es una potencia económica emergente, pero la fragilidad de su salud financiera y la debilidad para amortiguar sus impactos en la economía real se presentan como uno de los principales riesgos para habilitar el canal de transmisión de la crisis hacia Argentina.

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