Por Alfredo Zaiat
Puede ser que gran parte de la población se dio cuenta de que la Mesa de Enlace representa al sector del campo privilegiado.
Puede ser que, pese al cerco informativo, se enteró de que existe otro campo, el de los pequeños productores castigados por el avance sojero, y que con su producción garantizan la soberanía alimentaria del país.
Puede ser que muchos han empezado a tomar conciencia de que un país de monocultivo de soja deriva en una elevada vulnerabilidad política y social.
Puede ser que se convencieron de que los sojeros ganaron, ganan y ganarán mucha plata trabajando poco y nada.
Puede ser que también se convencieron de que el resto que se dedica al trigo, maíz, girasol, ganadería y lechería no gana lo mismo que con la soja, pero no le va mal si se excluye la última campaña que padeció los estragos de la sequía.
Puede ser que, después de haberse entusiasmado con la imagen de gauchos sacrificados y hombres que trabajan la tierra, se encontraron con rentistas, de buena posición económica y más dedicados a aparecer en los medios que a producir.
Puede ser que descubrieron que esos productores, que en el imaginario colectivo moldeado por las corrientes conservadoras eran los forjadores de la patria, se transformaron en políticos con verba rústica y limitada.
Puede ser que la crisis internacional, que puso en alerta a sectores medios y trabajadores acerca del riesgo de perder sus frágiles ingresos, revelara que existen otros sectores más vulnerables que los dueños, rentistas y proveedores de la zona núcleo de la actividad agropecuaria.
Puede ser que exista cierto hastío de la persistente queja de la abundancia de un grupo social que, si no fuera por la sequía que afectó a la última campaña, no la pasa nada mal.
Puede ser que su discurso crispado y violento, a pesar de que esas características se lo asignan a sus críticos, haya cansado.
Puede ser que sus posiciones reaccionarias y destituyentes hayan alejado a algunos aliados políticos, inesperados por provenir del arco de la centroizquierda, en los turbulentos días de la 125.
Puede ser que sea cierto que la sociedad haya tomado conciencia de todo esto que representa la trama multinacional sojera. O puede ser que nada haya cambiado. Pero lo que es seguro es que el acto de ayer en el Rosedal fue un fracaso de convocatoria.
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