viernes, 23 de julio de 2010

¿No sería hora de que empezáramos a reconocer las cosas que se hicieron bien y ayudar a discutir con contenido, con propuestas?


"Yo comprendo, porque es legítimo querer ganar las elecciones, querer superar al adversario. Pero , ¿no sería hora de que empezáramos a reconocer las cosas que se hicieron bien y ayudar a discutir con contenido, con propuestas? Sobre todo cuando uno discute con números, acá hay gente que es comerciante, acá hay gente que hace números todos los días, que sabe lo que puede pagar y lo que no, que sabe lo que tiene que gastar y lo que no, porque si gasta más de lo que entra se va a fundir y no va a poder hacer frente a sus compromisos. ¿No podemos emplear esa misma lógica para aplicar en nuestras relaciones institucionales todos los días y tener en serio calidad institucional y un debate democrático, plural, diverso, donde escuchemos propuestas y no solamente descalificaciones, agravios y el permanente no?
... creo sinceramente, que este año del Bicentenario nos exige a los que yo denomino la generación del Bicentenario, no mirar al costado, la historia nos va a colocar a nosotros en su mira cuando el día de mañana debamos rendir cuentas y decir si hemos podido construir y colaborar para una Argentina mejor.

Este año, cuando el 25 de Mayo y los días previos al Bicentenario, millones de argentinos se volcaron a las calles, pudimos vernos la cara, no hubo un solo incidente, pudimos recordar, rememorar, festejar y conmemorar estos 200 años de historia, no únicamente tirando fuegos artificiales u oyendo a nuestro cantante preferido, lo hicimos escenificando los momentos más gloriosos y también nuestras tragedias que las tuvimos. No vale la pena esconder las cosas debajo de la alfombra, creo que todo debe mostrarse, no para mortificar ni acusar a nadie, simplemente para mirarnos, para ver qué es lo que hicimos mal y para no volver a hacerlo nunca más. Este fue el significado profundo que quisimos darles a los argentinos en este Bicentenario.
Y estoy segura que esos millones de argentinos de distintas clases sociales, credos, ideologías, pertenencias, hasta geografías, porque el último día se había acercado mucha gente para presenciar el desfile, creo que nos miramos todos y comprendimos que no éramos eso que creíamos ser, porque nos estaban contando desde algún lado que éramos feos, sucios y malos. Tampoco somos perfectos, es más, no sería agradable que fuéramos perfectos, nos aburriríamos mucho, somos hombres y mujeres que tenemos el derecho y la aspiración a vivir en una sociedad más equitativa, más igualitaria, que no estigmatice al otro por ser diferente, que sepamos darnos la mano, comprendernos, aceptarnos en las diferencias, procesarlas democrática e institucionalmente, y que cuando el pueblo decide cuál es el intendente que gobierna, cuál es el gobernador, cual el presidente o la presidenta que conduce los destinos del país, sepamos que respetando esas decisiones nos estamos respetando a nosotros mismo. Y al mismo tiempo que cada intendente, que cada gobernador, que cada hombre o mujer que es honrado con la primera magistratura del país, él también honre a su palabra y a sus convicciones cuando tenga que ejercer la función, porque ese es el verdadero compromiso democrático que debemos tener dirigentes y gobernados en la República Argentina.
Las veces que se cumpla ese pacto, ese acuerdo tácito, implícito, de hacer honor a las ideas por las que luchamos toda la vida, a las ideas por las cuales llegamos por el voto popular al lugar que ocupamos, estaremos construyendo entonces una verdadera sociedad democrática, en la cual nadie tenga que arrepentirse de haber votado a alguien. Creo que esto es lo más importante que tenemos que lograr como crecimiento de la sociedad, tener la capacidad de no escuchar lo que muchas veces son cantos de sirena, o apenas intereses, o apenas distorsiones que tenemos en nuestra cabeza de una historia que desgraciadamente a todos de algún modo nos ha marcado y muchas veces nos hace actuar en contra de nuestros propios intereses. "

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