martes, 11 de noviembre de 2008

PALABRAS DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, EN EL ACTO DE HOMENAJE A PERSONALIDADES DE LA DEMOCRACIA.

Buenas noches a todos y a todas.
Realmente es una noche muy especial, de recuerdos, de memoria, de gente que no está y de gente que sigue estando y estará siempre y que, precisamente, por haber estado siempre, nos permite hoy a todos los argentinos, vivir en democracia.
Eran tiempos muy difíciles y todos los que hoy fueron distinguidos, homenajeados, reconocidos, no sé qué palabra usar para reconocer el inmenso valor de argentinos y argentinas que desde el lugar que cada uno tenía, artistas, escritores, periodistas, de otros que no tenían lugar, pero que la dictadura trágicamente se los asignó, como fueron las Madres, las Abuelas y los familiares, hombres y mujeres que tal vez, nunca habían pensado en la política, tal vez algunos que creían por la historia tan terrible que ha tenido nuestro país, no me voy a olvidar nunca lo que Estela dijo en un homenaje que se hizo a los caídos en la Revolución del '55, siempre me va a quedar presente esa frase, Estela. Estela dijo que en el '55, ella que era antiperonista, se había sentido contenta cuando vino el golpe y que, tal vez, en esa historia de ella, personal, en esa experiencia podía explicarse tal vez todo lo que nos había pasado a los argentinos y que cuando le arrebataron a su hija, allí pudo entender todo lo que tal vez durante toda una vida no había podido hacerlo. Lo importante no es haberse equivocado, creo que todos nos hemos equivocado en algún momento; lo importante es darse cuenta cuando uno se ha equivocado y enmendar el error con conducta, con testimonio y con la propia vida, como fue el caso de Madres y de Abuelas.
Eran tiempos muy difíciles, pero también al mismo tiempo, permitían una clara identificación de todos aquellos que eran enemigos de la democracia.
¿Por qué qué es ser alguien que no es democrático? Alguien que cree que desde su posición de privilegio puede estar por encima de la voluntad popular. Y entonces digo, en esos tiempos de dictaduras, no solamente en nuestro país, sino en toda la América latina, era fácilmente identificable a los enemigos de la democracia, aquellos que no querían la democracia y eran, en definitiva, aquellos que nos impedían expresarnos a través de un acto electoral, eran aquellos que te reprimían, te torturaban, te mataban o te desaparecían físicamente por pensar diferente, por actuar diferente.
Eran tiempos muy difíciles en cuanto a defender la vida, a preservar la integridad personal. Pero al mismo tiempo, era fácil identificar a aquellos que no respetaban la voluntad popular, aquellos que, en definitiva, eran antidemocráticos.
De ahí que en los tiempos que corren sean otros los desafíos, porque ya no hay dictaduras militares; las formas adquieren más sutileza, son más difusas. Es más, muchas veces pueden aparecer hasta camufladas en luchas que parecen democráticas y cívicas y que, en definitiva, también encierran comportamientos antidemocráticos, destituyentes y desconocedores de la voluntad popular. (APLAUSOS)
Tal vez debamos ejercitar más la inteligencia entonces, tal vez debamos hacer más docencia acerca de esas sutiles formas -y no tan sutiles a veces- atentatorias de las formas democráticas
.
Pero creo que el desafío lo tenemos que llevar adelante. Se los digo como la primera Presidenta mujer de los argentinos (APLAUSOS) que, tal vez, y no quiero victimizar al género, por favor, siempre he detestado los ejercicios de victimización, siempre cuando uno quiere aparecer como víctima muchas veces termina siendo el victimario y, por eso, nunca me gustaron los ejercicios de victimización, pero lo cierto es que en este casi año de ejercicio de la Presidencia, me ha tocado vivir cosas que no había visto en ningún otro momento de la vida democrática de nuestro país. Esta vez, no eran uniformados, sino otras sutiles formas de desgastes, de ataques, de desconocimientos, de formas destituyentes.
Pero quiero decirles algo: creo que en algún momento siempre las máscaras caen, no se puede llevar máscaras toda la vida, no se puede estar tampoco disfrazado y camuflado toda la vida. En algún momento, siempre, siempre, absolutamente siempre, no todos pero sí las inmensas mayorías, advierten esta sutilezas.
Y por eso, quería estar presente aquí esta noche, con tanta gente valiente, importante que ha dado lo mejor de sí para reconstruir la democracia que este año va a cumplir veinticinco años. Es increíble, nos parece muchísimo tiempo y es absolutamente nada y, también, para compartir con ustedes estas reflexiones de lo qué es el desafío de esta nueva etapa de la democracia, de esta nueva etapa de defender las formas democráticas de participación popular.
El otro día decía en el extremo del país, en Misiones: se requieren muchas cosas para tener un gran país, un buen gobierno, una buena oposición y una buena sociedad. Las cosas que nos han pasado a los argentinos no solamente han sido porque hemos tenido algún mal gobierno, es porque también, tal vez, no hayamos tenido las alternativas a esa democracia y también, tal vez, por qué no decirlo, porque como decía la voz maravillosa de Cristina Banegas en el documental que todos pudimos ver y escuchar, porque también hubo muchos que prefirieron mirar para otro lado cuando sucedían estas cosas y decir, por ejemplo, que los argentinos éramos derechos y humanos y pegar una calcomanía. No fueron pocas, yo vi muchas calcomanías pegadas en autos y escuché a muchos argentinos criticar a los que denunciaban violaciones a los derechos humanos en el exterior, gente importante que todavía habla en los medios de comunicación, a muchos los conocen ustedes. (APLAUSOS)
Pero, bueno, lo bueno, lo más importante que tiene la democracia es eso: que todos pueden hablar, hasta los que la atacaban, hasta los que colaboraban con los que la atacaban, violaban, torturaban y desaparecían. Ese es el gran valor de la democracia, que todos, hasta ellos, pueden seguir hablando. (APLAUSOS) Y ojalá algún día, como muchas veces nosotros nos damos cuenta que hemos cometido un error y lo reconocemos, ojalá todos pudieran hacerlo. Estoy segura que todos podríamos ser un poco más felices y, tal vez, mirarnos más seguido a los ojos entre todos los argentinos.
Quiero agradecer el gesto de quienes han organizado este merecido homenaje a tantísimos argentinos y argentinas y agradecerles, por sobre todas las cosas, que me hayan invitado no como Presidenta de los argentinos, sino como una argentina más. Estas funciones son absolutamente temporales y yo me siento parte de muchísima gente que hoy está aquí y que también no está aquí.
En nombre de ellos, de los que están aquí, de los que no han podido venir y de los que nunca volverán, gracias a todos.
Muchas gracias.

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